El cine, un arma para la revolución mundial.
Sympathy
for the Devil (1968) es uno de los primeros trabajos
experimentales de Jean-Luc Godard
y quizá el último trabajo inteligible del director. Teniendo
como leit motiv las sesiones de grabación del tema Sympathy
for the Devil (Simpatía
por el Diablo) de los Rolling Stones para el álbum Beggars
Banquet, Godard conduce la cámara de manera serena mediante
travellings, que muestra a los Stones como verdaderos mentores del movimiento
hippy, muy tranquilos, inmersos dentro de un proceso creativo muy potente, que
se desarrolla paralelamente a la violencia del tiempo que la canción se encarga
de explicarnos.
Todo lo que vemos es un gran ensayo. Los Stones saben que tienen entre manos una riff estupendo, pero no encuentran ni el tono ni el ritmo para los arreglos musicales finales. De manera que la canción evoluciona –de la mano del productor Jimmy Miller- desde los primeros planos, de un guitarreo y solfeo casual a una versión gospel bastante insólita. Hasta incorporar percusión africana y brasileña -verdadera columna vertebral del tema- al igual que los coros agudos de los miembros del grupo y sus correspondientes esposas.
Todo lo que vemos es un gran ensayo. Los Stones saben que tienen entre manos una riff estupendo, pero no encuentran ni el tono ni el ritmo para los arreglos musicales finales. De manera que la canción evoluciona –de la mano del productor Jimmy Miller- desde los primeros planos, de un guitarreo y solfeo casual a una versión gospel bastante insólita. Hasta incorporar percusión africana y brasileña -verdadera columna vertebral del tema- al igual que los coros agudos de los miembros del grupo y sus correspondientes esposas.
Simpatía
por el Diablo fue compuesta por Mick Jagger,
inspirado en la literatura rusa de fines de siglo XIX y comienzos del Siglo XX. La letra habla de una claudicación rebelde, de
la presentación del demonio frente a la evidencia de un mundo agobiado
por una serie de males como la Guerra de Vietnam, los movimientos
revolucionarios y sus correspondientes represiones en París, Checoslovaquia y
EE.UU; la discriminación racial”, con los
“Panteras Negras”; el “triunfo” de la Revolución Cultural Maoísta; la Guerra
Fría, la hambruna y la muerte. El diablo -canta Jagger una y otra vez- estuvo
rondando a Jesucristo en sus momentos de duda y dolor; ante Pilato cuando se
lavó las manos y éste se miró en el espejo; y frente a los Kennedy cuando
fueron acribillados. Es curioso que una letra tan pesimista y tétrica haya sido
tocada finalmente en un ritmo afro, que parece celebrar la victoria del caos.
Godard desde sus días como crítico,
sostenía un prejuicio hacia lo inglés y su cine especialmente. Sin embargo a
través de la lectura de los textos en off en Sympathy
for the Devil, que dan cuenta del estado de cosas en el mundo y
de la necesidad de impulsar una revolución marxista leninista, Godard cae en la
cuenta que es necesario contar con todos. Que el diablo debe estar del lado de
los revolucionarios.
Jean-Luc Godard probó
que el cine podía ideologizarse y ser un arma de al servicio de la Revolución. Muy
poco tiempo después caería en la cuenta que los Rolling Stones no estaban interesados en participar
de ella, sino solo en engordar sus cuentas bancarias, en seguir cultivando su
imagen de artistas, en drogarse y en erotizarse en el escenario.
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